F.M.
Alexander (1869 - 1955) fue un actor australiano con una prometedora
carrera por delante, que comenzó a experimentar problemas en su voz
mientras recitaba, los cuales poco a poco se agravaron hasta que
perdió totalmente su voz. Un médico le indicó que no use su voz
durante dos semanas. Él siguió el consejo y se alegró al ver que
su voz se había recuperado justo al inicio de un gran compromiso
profesional. Tanto más amarga fue su desilusión cuando después de
media hora de recitar ya estaba completamente ronco de nuevo. El
médico sugirió una operación.
Alexander,
sin embargo, estaba convencido de que debía ser algo que estaba
haciendo en el acto de recitar lo que estaba causando su problema. Se
dedicó a la observación de sí mismo en el espejo mientras recitaba
para averiguar de qué se trataba.. Después de mucho tiempo por fin
llegó a reconocer un patrón, al
que él llamó 'mal uso' de
todo su ser, que se manifestaba cada vez que iba a recitar. Al
principio, el patrón no era evidente durante el habla normal, pero
con el tiempo el percibió que estaba allí también, aunque en un
grado mucho menor. También lo empezó a detectar como la actitud
subyacente de cualquier actividad. Vió que en cualquier momento que
iba a 'hacer algo', este patrón de exceso de esfuerzo se
manifestaba. Él pensó que debía de ser un bicho raro. Pero luego
se dio cuenta de que casi todos los demás también 'acortaban su
estatura' como base para la actividad.
Aun
peor, parecía imposible evitar que esto sucediera. Se dio cuenta de
que su apreciación sensorial no era fiable debido a que su
sentimiento de lo que estaba haciendo no coincidía con lo que veía
en el espejo.
Cuidadosamente, Alexander concibió un método basado en la proyección de la intención de una mejor coordinación general, sin hacer ningún intento de sentir que un cambio suceda. Y poco a poco surtieron efecto estas nuevas instrucciones del “uso” de sí mismo, hasta fue capaz de volver al escenario y recitar de nuevo con su aclamada voz. Pero para ese entonces estaba mucho más interesado en la profundización de las implicancias de su descubrimiento y comenzó a enseñar su técnica, en primera instancia a otros actores, luego a la gente derivada a él por los médicos. Se hizo conocido como 'el hombre de la respiración' debido a los efectos beneficiosos de la aplicación de su técnica sobre la respiración.
Cuidadosamente, Alexander concibió un método basado en la proyección de la intención de una mejor coordinación general, sin hacer ningún intento de sentir que un cambio suceda. Y poco a poco surtieron efecto estas nuevas instrucciones del “uso” de sí mismo, hasta fue capaz de volver al escenario y recitar de nuevo con su aclamada voz. Pero para ese entonces estaba mucho más interesado en la profundización de las implicancias de su descubrimiento y comenzó a enseñar su técnica, en primera instancia a otros actores, luego a la gente derivada a él por los médicos. Se hizo conocido como 'el hombre de la respiración' debido a los efectos beneficiosos de la aplicación de su técnica sobre la respiración.
Alexander
se trasladó a Londres, donde ganó el respeto de los principales
médicos y otras personas importantes de la época.
Cuanto mayor era el número de
alumnos con los que trabajaba, más evidente se hacía que el mal
funcionamiento de lo que él había descubierto como una clave de la
coordinación general, era el factor subyacente de un catálogo
diverso de casos de mala salud, desde la tartamudez, hasta la angina
o los pies planos.
Mientras que hay muchas problemas de salud que se benefician de la Técnica Alexander, estos efectos favorables se producen indirectamente, debido a que la coordinación general de todo el organismo psico-físico está mejorando.
Mientras que hay muchas problemas de salud que se benefician de la Técnica Alexander, estos efectos favorables se producen indirectamente, debido a que la coordinación general de todo el organismo psico-físico está mejorando.
Alexander estaba convencido de que la 'civilización' estaba descuidando el desarrollo de la inteligencia física humana en armonía con la agudeza mental. Se dio cuenta de que los seres humanos fueron los primeros y únicos animales que cambiaron su entorno más rápido de lo que podían pensar en adaptarse a él.